La obra se caracteriza por su humor negro y su particular montaje en que no hay escenario, solo el público y los actores.
Teatro el Riel cumple 27 años de ininterrumpida vida profesional. Agradecemos a todos los que nos han seguido en esta ruta.
“Ellos no son desaparecidos sino seres humanos que no sabemos donde están pero seguirán entre nosotros mientras seamos capaces de sostener la memoria”. Ana María López Rosas
La actriz Mariela Sgalaris, desde las infinitas y sutiles posibilidades de la danza Moderna nos comunica en su actuación un ilimitado campo de sugerencias que multiplican los significantes verbales trascendiéndolos al lenguaje gestual y corporal. Inteligente y logrado el aporte de Patricio Carreño, se agradecen sus acentos, su soluciones coreográfica, al proyectar emocionantemente los espacios hacia lo inabarcable e infinito, para acentuar las ideas, del autor (texto dramático) y el punto de vista de la dirección artística en su personal mirada de la memoria; dolor de la humanidad por las opresiones, desmanes dictatoriales y las infinitas guerras. No menor fue esta opción de la dirección artística que opto por multiplicar significaciones engarzándose al ritual de la metáfora, otorgándonos disímiles peripecias para desde la dualidad (que solo lo posibilita el arte) disfruta y sufrir el duelo, a través del desempeño de Gonzalo y Ana María en logrado quehacer desde la escena. Convincente actor es Gonzalo Rojas, orgánico, equilibrado pero debe cuidar su articulación. Al proyectar la voz ante las demandas emocionales del personaje; no se le entiende lo que desea expresar, esto se hace sentir reiteradamente en la función.
El vestuario funcional, de armonía en diseño y color. Escenográficamente la concepción minimalista multiplica el campo de sugerencias escénicas. De un banco de un parque, a un podio, una cama… en fin, no hace falta más para su funcionalidad escénica, permite que los actores se incorporen seguros en el espacio sugerido.
El diseño de luces realizado por el actor Freddy Soto , aporta a la escena la requerida plasticidad, conjugándose en color y contrastes de convincentes y logradas atmósferas.
Los desgarradores momentos, en Villa Grimaldi, Chile (dictadura militar) y otros sitios de torturas, se proyectan con profundidad en esta elección de palpable universalidad. La foto muestra el final. La directora sube escena, es una actriz más, asume el supuesto pretexto de un saludo, pero ella resume en esencia toda una generación de padres, y madres, esposos, esposas, hijos, hermanos, de hijas, de hermanas, de mujeres y hombres, jóvenes y niños en fin… de seres humanos vulnerados.
Al Riel ante la propuesta de la experimentada directora Ana María López Rosas, a su equipo de dirección, a sus actores. Desde el amor de teatreros del mundo. ¡Felicitaciones!
¡A
Algo para recordar: